Busco fórmulas que me ayuden a controlar el tiempo, pero no las encuentro.
Conforme vas creciendo te das cuenta que lo único más importante es mantener intacto lo que se vive por momentos, los buenos momentos. Aunque la mente es el entorno más preciado para mantener vivos todos los recuerdos, a veces sería perfecto poder congelar esa cápsula del tiempo, romper ese reloj de arena que agota hasta el último grano y que desvanece lo que estás viviendo en ese momento, para transportarte a otra época en la que nunca más volverás a recuperar lo vivido.
El tiempo es la única pieza que encaja a la perfección en la reconstrucción de historias fracturadas. Te invade en la añoranza del pasado y te hace olvidar cualquier rencor, del presente y del futuro. Su cura no es inmediata, pero sana las heridas en cada «tic tac» que marcan las agujas del reloj. Ese «tic tac» retumba en tu mente, marca el ritmo de tu vida, controla cada uno de tus movimientos, te hace sentir que estás vivo. Cuanto más vivo te sientes, más fuerte y rápido notarás sus movimientos; «tic tac», «tic tac», cierras los ojos, intentas evadirte de su sonido, pero cuanto más aprietas los párpados más fuerte suena; «tic tac», «tic tac», de un sobresalto despiertas creyendo que no ha pasado ni un minuto desde que intentabas cerrar los ojos, pero cuando te das cuenta, lo único que ha pasado rápido ha sido ese tiempo.
El tiempo perdona, pero no olvida, por eso es importante vivir todo lo bueno en su nivel más intenso. Lo malo tenemos que verlo siempre como esa arena fina que es capaz de pasar cualquier estrechez imposible para la vista, pero que en cuestión de segundos es digerida por el otro extremo, el que marca que ese tiempo «negativo» ha terminado.
Por muy rápido que pase, si en tu cápsula solo dejas hueco para las cosas buenas, llegará un momento en el que ese reloj de arena atascará el conducto de lo negativo, y aunque en su respirar esté obligado a que pase el tiempo, sentirás que no ha pasado en vano, que ha merecido la pena y que has llegado más vivo que nunca a tu destino, marcado por el «tic tac» que te ha acompañado en tu vida, para recordarte que la vida se vive por momentos y que lo único que hay que aprovechar es el tiempo.