Volver

Extraña sensación que solo se vive si eres de esas personas afortunadas a las que les ha tocado volar, escapar de la comodidad para buscar la serenidad, la libertad y madurez en un viaje en el que siempre supiste la ida, pero nunca la vuelta.

Volver siempre es “raro”. Con el paso del tiempo las cosas parecen haber cambiado más de lo normal, pero lejos de la realidad, todo sigue como siempre. El viaje de vuelta no hace falta sacarlo con mucha antelación, cuando tu quieras ahí estará, reservado para ti, ese asiento que te llevará de nuevo a la añoranza de lo que llevas tiempo sin ver, sin sentir, pero que te hizo crecer y ser quien eres.

Todos tenemos una conexión especial con nuestras raíces. Por mucho que en alguna ocasión hayamos deseado cortarlas para siempre, cuanto más tiempo pasas alejado de ellas, más las añoras. A veces no me viene ningún recuerdo lúcido ni de peso, con el que poder justificar esto que siento, simplemente se siente. Da igual las veces que cambies de casa, que tu habitación sea distinta, o que el color de las paredes no sea el mismo al que estabas acostumbrado a ver en esa habitación en la que construiste tus primeras reflexiones acerca de lo que sería el futuro. Desarrollamos capacidades infinitas para adaptarnos ante las adversidades, a nuevas situaciones que no elegimos, pero que superamos gracias a la actitud con las que queremos afrontarlas.

En todas esas capacidades que nos ayudan a vivir mejor, se encuentran aquellos que aún siguen regando esa raíz que quedó enterrada en aquel lugar, donde apenas llega el agua. Este presente es mejor de lo que yo me imaginaba en mis primeras reflexiones. Todo ha cambiado por fuera, pero por dentro, todo sigue igual. Es el volver lo que me hace aproximarme a la raíz, de lo que fue, lo que es y lo que será. Ahora, en mi madurez, reflexiono de nuevo acerca del próximo futuro, y lo único que quiero que siga presente, es el poder volver.