La historia de Stella y Will consigue conmocionar al espectador por el duro golpe que la vida les pone en sus caminos, una prueba a la que se tendrán que someter en superación por romper barreras, superarse a sí mismos y sacar las ganas ante la adversidad por seguir luchando y no rendirse nunca.
La película, basada en hechos reales, genera muchos sentimientos con los que el espectador empatizará desde el primer momento.
Frustración, miedo, inseguridad, optimismo, superación. Son estados de ánimo muy diversos y contradictorios a la vez, que los protagonistas atraviesan en una dura lucha por superar una fibrosis quística que los separa de una vida normal, a la que se une también la separación que tiene que haber entre sí para evitar contagiarse y empeorar su situación.
Aunque al principio encuentran diferencias entre ambos, es inevitable la química y conexión que se produce cuando con el tiempo van conociendo más el uno del otro. Poco a poco, se dan cuenta de que sus vidas tienen más en común de lo que esperaban, pero el único impedimento de que esta relación continúe, es la distancia mínima que tiene que haber siempre entre ellos, dos metros. Esto desencadenará una cantidad de situaciones en las que el riesgo se presenta de manera continuada, llevándoles a caminos muy peligrosos que ponen en riesgo sus vidas.