Son muchos los concursos emitidos en TV, la mayoría de ellos siempre han triunfado por el factor sorpresa generado por la multitud de situaciones a la que muchos anónimos se han tenido que enfrentar durante la convivencia, y todo esto ha sido motivo más que suficiente para explotar sus formatos con versiones VIPS en las que rostros conocidos se han tenido que enfrentar a vivir la misma experiencia.
El problema de estos nuevos formatos, es que generalmente pierden foco en lo que los dio a conocer, en sus contenidos dentro y fuera de la casa. Si los concursantes anónimos entraban con el objetivo de conseguir el ansiado maletín o darse a conocer televisivamente, ahora los Vips tienen un objetivo mucho más lejos que ese; conseguir alargar su estancia lo máximo posible dentro de la casa, ya que su caché suele ser bastante elevado y así «hacen caja» independientemente de que ganen el maletín o no, por lo que el objetivo principal ya se ha perdido.
Muchos de los concursantes, al ser conocidos por la prensa del corazón, generan mucho más interés por su vida privada que por su trama dentro del concurso, ejemplo de ello lo podemos ver en Antonio David, que pasa desapercibido dentro del programa, pero fuera ha conseguido estar de nuevo en la palestra, que según ha indicado en varias ocasiones, es su principal objetivo: volver a trabajar en televisión.
Adara, es la única concursante que mantiene viva la esencia de lo que en su día fue gran hermano.
Muchos espectadores se han quejado de estos nuevos formatos y piden que vuelva la esencia de lo que en su día fue este concurso, y solamente uno de los concursantes de esta edición Vip está siendo capaz de mantener vivo el factor sorpresa del reality. Adara Molinero que se dio a conocer en una edición de gran hermano anónimos, sigue siendo representación del formato en su sentido más concreto. A pesar de las críticas que pueda generar dentro y fuera de la casa, es la única concursante que se está moviendo por sentimientos, la que provoca estados de ánimo de lo más dispares entre todos sus seguidores. En lo que llevamos de concurso, ha sido capaz de divertirse, emocionarse, ha hecho amistades, ha discutido e incluso se ha confundido en relación a lo que está viviendo dentro con Gianmarco y lo que tiene en su vida de afuera.
Poder hacer disfrutar al espectador con los cinco sentidos es algo que muy pocos concursantes se pueden permitir el lujo de decir que han conseguido. En este caso Adara, lo tiene más que superado. Cuando todos daban por hecho como iba a ser su continuidad dentro de la casa, va y nos sorprende con tramas impensables, de las que generan opiniones de todo tipo, pero de las que dejan enganchado al espectador. Y lo más importante de todo es que son tramas naturales, que surgen dentro de la casa, no son meditadas ni preparadas para ofrecer algo que no existe ni es real. Si hay que juzgar la realidad que muestra cada concursante y su entrega al formato, sin duda alguna Adara sigue mereciendo ser la única e indiscutible ganadora.
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