Buscamos los «para siempre» en forma de candados cuya llave sólo abre la esperanza hacia lo soñado, pero que una vez cerrados y fijados lo único que mantienen es la ilusión y arraigo a una idea que perseguimos sin freno, sin llave que la desbloquee ni combinaciones correctas que permitan abrirlos de nuevo. Pero no dejan de ser efímeros.
Su recuerdo en el tiempo queda impregnado de óxido. Echar la vista atrás y recordar la ilusión con las que todas sus partes fueron selladas forma parte de una especie de ilusión óptica, de la que apenas recuerdas la verdadera realidad. Por fin consigues encontrar en tu mente esa combinación que te recuerda el momento en el que decidiste aventurarte a iniciar ese juego de acertijos, que ahora los observas como un mero pasatiempo al que por fin encontraste la solución, a base de intuición y razonamiento. Que corto es el tiempo de las ilusiones y que largo el camino que te lleva a encontrar de nuevo esa llave para abrir un presente al que añadir las experiencias que te han aportado la resolución de esos acertijos del pasado.
Necesitarás jugar con muchas fórmulas diferentes; miles de secuencias de números con los que pensarás en el tiempo invertido, o símbolos que te recordarán que la visión de la realidad puede ser diferente entre varias personas. Probarás entre miles de llaves hasta que encuentres la correcta, pero durante todo ese periodo de tiempo conciliarás un estado de plenitud con tus principios, los únicos que no son efímeros y que no necesitarán llave para que nada ni nadie los altere. Aunque a veces los perdamos de vista por culpa de esa capa de óxido que se crea por encima, debido a la priorización de otros valores que en ese momento cobran mayor relevancia, siempre te aferrarás a ellos para encontrar la llave que te recuerde el por qué un día decidiste jugar a este pasatiempo de adolescentes para el que creías estar preparado y tener las mismas ventajas.
Ahora las reglas del juego las pones tú. Eres el dueño de la única llave que abre paso a los sueños, a la ilusión y a la verdadera realidad. Decide cuando abrir y cuando cerrar tu candado, pero no olvides que siempre serán -candados efímeros-
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