Acabo de cerrar una maleta llena de sensaciones y emociones únicas. He necesitado un sobreesfuerzo para llegar al camino final de la cremallera, con la que he querido sellar este estado emocional en el que me encuentro ahora mismo, para que no se vaya nunca. He puesto un candado con una combinación aleatoria para que esta maleta no se abra. Sólo tú y yo tenemos la clave, que sólo se desvela cuando nos miramos.
A veces da igual el motivo o la excusa que busques para guardar todo aquello que te hace bien, lo importante es que una vez lo encuentres y decidas arriesgar, lo hagas asegurándote de que ese estado emocional es real y que es el que llevabas tiempo buscando para indagar nuevos horizontes en busca de arriesgadas aventuras.
Mientras nos miramos es el momento más auténtico en el que consigo sacar mi lado más natural. No recuerdo cuando reí sin necesidad de fingir que realmente ese era mi sentimiento, pero ahora todas las fotos que captas con tu cámara cuando me pillas desprevenido consiguen sacar ese lado tan mío, el que muchas veces he querido sacar pero que ahora es cuando sin esfuerzo estoy consiguiendo que salga a la luz. Nuestros ojos hablan por sí solos, y es que lejos de seguir las normas impuestas por los demás, hemos sabido crear nuestras propias reglas en las que no existen palabras, sólo miradas. Miradas donde perdemos la noción del tiempo, donde volvemos a esa infancia en la que recordamos a base de caricias todos aquellos animales del arca de noé que según cuenta la biblia fueron rescatados para la salvación y de los cuáles siempre eliges el lobo y el león. En esa misma arca nos hemos sumergido sin presiones ni tiempos que controlen lo que estamos viviendo, sólo sentimientos y emociones cómo los que he cerrado en esa maleta. Hemos indagado por muchos otros mares y sin premisas ni localizaciones impuestas nos hemos encontrado en ese mismo punto de situación en el que ambos necesitábamos ser rescatados, lo que no imaginábamos ninguno de los dos es que sería tan gratificante.
Me contagio de lo que me dicen tus ojos y es lo que reflejo en los míos. Vínculo emocional cargado de adrenalina, niñez enloquecida que nunca hay que olvidar, madurez, emociones… en definitiva sentimientos que no entienden de leyes ni de normas, sólo de miradas que hoy escribo en la tinta imborrable de aquello que llaman intuición.

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