Qué paradójico todo, que cuando más difícil se ponen las cosas, con más facilidad acabas encontrando lo que tanto tiempo añoraste.
Tuvo que llegar una pandemia para recordarnos que una mirada es la esencia que nunca engaña, que los ojos son el espejo del alma y que es a donde hay que dirigirse a la hora de elegir. Una vez que te decides a arriesgar y te absorbe el miedo de volver a caer, es cuando entras en esa adrenalina de la que ya no quieres salir. Te invaden miedos, dudas y fantasmas del pasado con los que a veces no eres capaz de convivir, pero aprendes a que esto es una adaptación de la cuál siempre se acaba aprendiendo en la esencia de lo que engloba esa sensación de saber lo que es sentir.
No es viable intentar ir en contra de este ritmo que te incita a que no pares. Seguir la corriente de lo que tu instinto te esté diciendo a gritos, es a veces la decisión más acertada, aunque digan que la seguridad no existe en ninguna de las cosas, lo único que te garantizará una seguridad plena es dejarse llevar por lo que te dicen tus sentimientos. Eso es lo único que de verdad te asegura que no te estás engañando a ti mismo, que al final es a la única persona a la que le debes el no mentirle nunca.
Es sorprendente que cuando lo hemos tenido todo no hayamos sido capaces de exprimir los momentos de éxtasis que ahora tanto se añoran, pero la verdad es que, cuando menos cosas tienes es cuando más capacidad emocional englobas para llegar a esa plenitud máxima de felicidad. Aún nos quedan muchos viajes, eventos, fiestas y emociones por vivir juntos, pero sin haber podido hacer muchas de esas cosas como me hubiera gustado, puedo decir que he sentido lo que es viajar sin moverse de casa. Me has llevado sin moverme del sofá a todos esos sentimientos y emociones que se perciben al contemplar un paisaje desconocido, una aventura arriesgada, un sentimiento profundo, una verdad.
Si te paras a pensar, todo tiene una connotación positiva. Después de todo esto, siempre nos quedará otro viaje que planificar. No me sueltes nunca de la mano y me lanzaré al fin del mundo aunque siga sentado en mi sofá.
Feliz San Valentín – Te quiero.